Les ayudan a levantarse por las mañanas, les asisten para asearse y vestirse, vigilan que se alimenten correctamente, conversan con ellos, comparten una parte importante de su vida. La labor de los cuidadores con las personas que padecen Alzheimer resulta imprescindible, porque el vínculo que se establece entre ellos es, sobre todo, humano y genera unos lazos difíciles de borrar.
Es un trabajo que supone una enorme responsabilidad e implica altos niveles de tensión, lo que genera una serie de alteraciones físicas y psicológicas. Es lo que se conoce como síndrome del cuidador, y afecta sobre todo a los familiares de las personas con Alzheimer, porque, como mostró el informe ‘El Cuidador en España‘, de la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer (CEAFA) y la Fundación Sanitas, en el 94% de los casos de Alzheimer es la familia la encargada de cuidar al paciente.
Ese aparece como consecuencia de un trabajo sin descanso, el de un familiar de una persona con Alzheimer que además ejerce como cuidador. Como explica el citado informe, en primer lugar, ese familiar el que observa las reacciones extrañas de un futuro enfermo de Alzheimer y el que sufre el primer impacto: el del diagnóstico. Cuando la enfermedad avanza y afronta el papel de cuidador principal, sufre la angustia ante el deterioro paulatino de su ser querido y empieza a padecer un notable cansancio físico y psíquico. En la fase severa de este mal, crecen los sentimientos de soledad e impotencia en el cuidador y surge la dificultad para afrontar la muerte biológica de ese familiar enfermo.
Para que este ciclo no acabe con la salud del cuidador, es importante seguir esta serie de consejos que ofrecen desde la Fundación Pasqual Maragall, como conocer bien la enfermedad y su evolución, pedir ayuda cuando se necesita, buscar espacios para uno mismo, aprender a relajarse o incluso, ser positivos e intentar aliarse con el humor.
Sin embargo, aunque las familias ocupen un lugar principal en el cuidado de las personas con Alzheimer, también recurren en muchas ocasiones a ayuda profesional. Es ahí donde entra en acción la labor de empresas como Grupo ADL. Su gerente, Rafael Luque Molina, destaca que “a la hora de intervenir con nuestras personas usuarias diagnosticadas con Alzheimer, es necesario saber que su día a día debe estar muy bien organizado, siguiendo las mismas rutinas“. Y entre ellas cita “levantarse, acostarse siempre a la misma hora, hacer las mismas actividades, comer a la misma hora…”.
Luque señala que “desde Grupo ADL sentimos que es muy gratificante atender a nuestras personas usuarias diagnosticadas con Alzheimer y cuidar a nuestras/os auxiliares de vida” y afirma que les define “un vínculo fuerte, sensible y humano con ellas, capaz de promover acciones de intercambio de experiencias e ideas para desarrollar una excelente labor social”. Y termina con un mensaje positivo: “Es importante saber y recordar que todavía es posible tener una vida plena y significativa, incluso mientras se vive con la enfermedad de Alzheimer“.
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