Agosto es el mes de vacaciones por excelencia. Las administraciones funcionan al ralentí, el tráfico en las capitales se queda en mínimos y se multiplican las filas de sombrillas en las playas. Pero no es igual para todos: las personas que padecen una situación de dependencia siguen necesitando los mismos cuidados que durante el resto del año. La diferencia está en que son sus cuidadores quienes se ven más solos.
Durante todo el año, esta labor de cuidados se reparte entre diferentes personas, pero es habitual que, con la llegada del mes de agosto, sólo una asuma esa carga en solitario. Y es ahí donde viene el peligro, porque esa carga puede pasar fácilmente a sobrecarga al asumir todas las tareas relacionadas con un paciente. La cuestión es, ¿cómo saber que esa sobrecarga no es una sensación pasajera y sí algo que pueda apreciarse de forma objetiva? ¿Dónde está la diferencia entre un ‘calentón’ por el agobio propio de las temperaturas veraniegas y una situación que requiere realmente de asistencia?
Es por ello que existen estándares como el Índice de Esfuerzo del Cuidador, un cuestionario que puedes encontrar, por ejemplo, en la aplicación ‘Indicadores Dependencia’, que puedes descargar aquí si eres usuario de Android y aquí si empleas el sistema iOs. Respondiendo a una serie de sencillas preguntas, se puede averiguar si se está ante una escena normal de trabajo en lo que se refiere al cuidado de la persona dependiente, o si se está produciendo una situación efectiva de sobrecarga.
¿Cómo evitar que esto siga ocurriendo? Evidentemente, el primer paso sería compartir algunas de esas tareas que se están realizando de forma extraordinaria, de manera que entren en acción otros familiares o incluso se requiera la asistencia de ayuda profesional, aunque sea durante unas pocas horas semanales. Por mucho que el cuidador piense que sólo él puede ayudar a la persona que necesite asistencia, siempre hay labores, por pequeñas que sean, que puede delegar para disfrutar de algunos momentos de descanso.
Es importante incidir en la importancia de ese descanso, porque son las horas de sueño convenientemente aprovechadas, junto a una alimentación ordenada y algo de ejercicio físico, lo que permite mantener el bienestar del cuidador y que éste, en consecuencia, cumpla con su cometido en las condiciones adecuadas. Además, resulta fundamental apoyarse en amigos, tanto por el apoyo emocional que suponen como por la distracción respecto del día a día que implican. Y porque también pueden ayudar a identificar los indicios de una sobrecarga en el cuidador antes de que ésta finalmente se produzca.
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